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sábado, 9 de julio de 2016

La letárgica y la catalepsia

Hola familia,

ayer en la clase del Estudio Sistematizado del Espiritismo nos dedicamos al estudio de dos nuevos tipos de emancipación del alma: la letárgica y la catalepsia. Tras el estudio del sueño y los sueños en la clase anterior, ayer el objetivo era explicar los fenómenos de la letargia y de la catalepsia desde el punto de vista espírita, estableciendo la diferencia entre ambas.

Nuestro monitor, como buen ingeniero, empezó la clase estableciendo una comparación que facilitaría la comprensión del tema. No dijo que, como ya sabemos por la doctrina espírita, entre el cuerpo y el espíritu existe el fluido periespiitual. Para comprender la forma de interacción que se establece aquí entre el cuerpo y el espíritu, podemos pensar en un sistema de alarma que tengamos en casa. ¿Qué partes esenciales tiene este sistema? Primero, un sensor, algo que capta del ambiente información; en segundo lugar, un transmisor, que envía la información captada por el sensor a una central; finalmente, ésta registra la información, la procesa y envía una orden cualquiera, como puede ser disparar un sonido particular. Este mecanismo básico nos sirve de analogía: el cuerpo físico del ser encarnado es el sensor; el fluido periespiritual es el transmisor; el espíritu es la central. Así es como podemos entender que sensaciones de placer o de dolor, por ejemplo, son procesadas por el espíritu, no por el cuerpo físico. Solemos dar tanta importancia a la materia que pensamos que es el cuerpo el que siente, pero no es así. El espíritu es el que siente. El cuerpo sencillamente recibe los estímulos, que se transmiten al espíritu a través del fluido periespiritual.  


En casos de emancipación del alma como la letárgica y la catalepsia, lo que sucede es la es la pérdida temporaria de la sensibilidad y del movimiento. El espíritu, en este caso, está a tal punto separado del cuerpo físico, concentrando el fluido espiritual en el espíritu, que este último no llega a trasmitir los impulsos de sensibilidad que el cuerpo físico reciba.
La letárgica se define como la suspensión general de las energías vitales y le da al cuerpo todas las apariencias de la muerte; en la catalepsia, la suspensión de las energías vitales está localizada y puede abarcar una parte más o menos extensa del cuerpo, pero permite que la inteligencia se manifieste libremente. Esta característica impide que se la confunda con la muerte. La letargia es siempre natural; la catalepsia, algunas veces, es magnética (es decir, que es provocada por un agente externo).


En letargia, el cuerpo no está muerto porque sus funciones siguen cumpliéndose. Su vitalidad se encuentra en estado latente, como en la crisálida, pero no aniquilada. Ahora bien, mientras el cuerpo vive, el Espíritu está unido a él. Por eso es que (...) los letárgicos
y los catalépticos en general, ven y oyen lo que sucede a su alrededor, pero no pueden manifestar que ven y oyen. A esa visión y a esa audición no la tienen por los sentidos físicos, sino por los espirituales. El Espíritu tiene conciencia de sí mismo, pero no puede comunicarse. Este hecho se produce porque (...) el estado del cuerpo se lo impide. Y ese estado especial de los órganos (...) prueba que en el hombre hay algo más que el cuerpo, puesto que éste ya no funciona, y sin embargo, el Espíritu actúa.

Es preciso entender, portanto, que la letárgia y la catalepcia son formas de emancipación del alma. ¿Qué es el alma? El espíritu encarnado. Esto quiere decir que la separación entre el cuerpo físico y el espíritu no es completa. Se podría decir que la vida “piende de un hilo”, pero el espíritu no está totalmente separado del cuerpo físico. Entre éste y el cuerpo espiritual, quedan todavía ligaciones entre los puntos de fuerza que pueden volver a activarse, como se ve en los casos de personas que despiertan después de haber sido dadas por muertas. En la literatura espírita, conocemos el caso de nuestra querida médium Yvone Pereira do Amaral, que desde la infancia, experimentó episodios de letargia. Gracias a la intuición de su madre, abnegación y fe del corazón materno, Yvone no abandonó completamente de su cuerpo físico, sino que volvió a él. En el evangelio, brilla el caso de Lázaro, el amigo querido del Maestro, que volvió a la vida después de días de haber sido dado por muerto. Jesús, como el más potente magnetizado que pasó por la Tierra, sabía que los lazos entre el cuerpo físico de Lázaro y el espíritu todavía no estaban rotos, y ordenó que se restablecieran. Lo que quedó conocido como un milagro del Cristo fue en realidad posible gracias a la elevación moral e intelectual de Jesús, que le permite saber y hacer cosas cuyos mecanismos los que todavía deambulamos en las sombras de nuestra ignorancia no podemos alcanzar.


Pues en esto estamos, familia. Disipando paso a paso las sombras de nuestra ignorancia. Que el Maestro nos guíe en este aprendizaje para que podamos seguir siempre adelante, creciendo moral e intelectualmente, amparándonos siempre en su ejemplo.

Cariños


Equipo de Divulgación CEADS

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